miércoles, 1 de julio de 2020

El éxito de saber contar y el arte de gobernar las poblaciones



 En las últimas semanas el centro de estudios Espacio Público ha cobrado notoriedad y reconocimiento en medio de la pandemia, en especial por la disputa con el Ministerio de Salud de Chile a propósito de la metodología para contabilizar el número de fallecidos provocados por el Covid-19. Sin embargo, en medio de este debate, ¿qué hay detrás de este interés por contar el número de fallecidos y la forma de hacerlo?

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Que las pandemias reducen los confines del mundo no cabe ninguna duda, al menos desde la llamada “gripe española” de 1918, obligando a coordinar los esfuerzos a nivel internacional. Población nacional y población mundial, siendo la gestión de esta última un proyecto que se impone luego de las grandes guerras del siglo XX, incluyendo la Guerra Fría. La gestión de la población pertenece a las herramientas conceptuales de Michel Foucault (Seguridad, territorio y población, 2014) y se refiere al conjunto de dispositivos de saber, de intervención y de subjetivación que son constitutivos de la gubernamentalidad. Estos mecanismos de gestión comprenden los dispositivos de seguridad, es decir el conjunto de técnicas como el cálculo de probabilidades, la gestión de los riesgos, evaluación de costos, el control a distancia de los comportamientos peligrosos, entre otros. Si las técnicas clásicas están asociadas a procedimientos, reglamentaciones u ordenanzas que prohíben, controlan, ejecutan y disciplinan con el fin de vigilar y castigar, la política de seguridad, por el contrario, busca poner en práctica un programa de gobierno que supone la gestión y el cálculo de los problemas de la población. Por ejemplo, en la criminalidad las técnicas de seguridad plantean la cuestión de saber “cómo mantener, en el fondo, un tipo de criminalidad, como el robo, al interior de los límites que son social y económicamente aceptables y en torno a los medios que se van a considerar como óptimos para un funcionamiento social dado” (Foucault, 2014, p.7). Dicho en términos simples, parece que ya no importa el delincuente ni menos la víctima, sino la gestión de la criminalidad como un problema más de la población.

En este sentido no nos perdamos– los fallecidos por Covid-19 parecen importar muy poco, lo que importa es la gestión de la pandemia, y de paso la aceptación por parte de la población de los dispositivos de seguridad. Es decir, Foucault entiende la noción de gubernamentalidad “como el conjunto de instituciones, procedimientos y análisis que permiten ejercer esta forma de poder que tiene por objetivo principal la población, que tiene por saber la economía política y por instrumento técnico los dispositivos de seguridad” (p.111). Dicho de otro modo, la gubernamentalidad implica la introducción de dispositivos de gestión ligados a saberes cada vez más especializados, sin control efectivo, y donde la estadística es uno de ellos, y quizás el más importante. Por ello, no debiera sorprender que la disputa entre el centro de estudios Espacio Público y el Ministerio de Salud se centre en la estadística de fallecidos.   

A nivel de las instituciones internacionales, la gestión de la población mundial exige formas también nuevas de dominio y de experticia que plantea la gubernamentalidad. Si los objetos de la policía –en su sentido clásico de control– son de carácter urbano y se refieren a los problemas de la urbe –provocados por intercambios y circulaciones restringidas a los espacios de la ciudad–, se entiende que por existir circulaciones trasnacionales una noción global del mundo se impone de manera definitiva durante el siglo XX, con lo cual se facilitan los programas de intervención a nivel planetario. De ahí, por ejemplo, que las crisis globales hayan asegurado el surgimiento y consolidación de agencias reguladoras en materia fiscal (FMI), y las pandemias hayan asegurado, por su parte, el surgimiento y consolidación de agencias sanitarias (OMS).

Espacio público, es un centro de estudios financiado por diversas agencias y entidades públicas y privadas. Por ejemplo, recibe un financiamiento importante (sobre $100 millones) de la Fundación Nacional para la Democracia, creada por el presidente norteamericano Ronald Reagan y asociada indirectamente al Departamento de Estado, cuyo objetivo apunta a promover “la democracia liberal”. También apoyan a Espacio Público fundaciones filantrópicas con una clara agenda de gubernamentalidad como la Fundación Ford, Konrad Adenahuer o Tinker Foundation. Otros aportes corresponden a Chilevisión, la Embajada de Canadá, y agencias de gobierno de Chile como el Ministerio de Desarrollo Social y el Laboratorio de Gobierno.
El debate aparentemente técnico entre Espacio Público y el Ministerio de Salud de cómo contar los fallecidos por Covid-19 es propio de los debates de naturaleza cercanos a la gubernamentalidad, cruzados por intereses de agencias internacionales. ¿Qué es lo que está en juego detrás de la supuesta subestimación de muertos por parte de los informes del Ministerio de Salud y la propuesta de corrección por parte de Espacio Público? La corrección propuesta por Espacio Público y que implica incluir a los probables -sospechosos- fallecidos por Covid-19, independiente de si existe o no una prueba PCR, ayudaría, según esta agencia, a tres objetivos claros: Primero, acoplar los registros de fallecimientos en Chile con los estándares internacionales de países desarrollados, que permite –se supone– hacer comparables las cifras y mejorar la gestión global de la pandemia. Segundo, ayudar a una eficiente gestión sanitaria, mejorando las condiciones en el manejo de los fallecidos y no exponer a quienes tienen que lidiar con los cuerpos. Tercero, transparentar las cifras, asumiendo sin más que aquellos que mueren sin una causa clara debieran ser asumidos como causal de muerte por Covid-19, en el entendido que no hay ningún otro virus circulando en el país. A partir de este simple cambio de criterio la tasa de letalidad pasó, en un día, de 1% a 1,6%, y sigue subiendo.

Sin entrar a cuestionar este cambio en el registro de fallecidos que ha llevado al Ministerio de Salud a seguir como parámetro las defunciones del Registro Civil, el peligro que conduce este debate es que debilita comunicacionalmente la gestión ministerial y se centra en demasía en la cuestión técnica de cómo contabilizar el número fallecidos, haciéndonos perder el foco en lo central de la pandemia, como es el número de contagios. Controlando este grupo, se podrá controlar el número de fallecidos. Pero hay un peligro mayor, que al centrarnos solo en el número de fallecidos nos dejemos embaucar -ante el temor de la muerte- y terminemos aceptando sin más– los dispositivos de seguridad que se nos proponen para enfrentar la pandemia.