miércoles, 8 de junio de 2011

El "San Lunes" Y EL TRABAJO


ARTICULO: ENTRE EL DERECHO Y EL DEBER. EL "SAN LUNES" EN EL IDEARIO LABORAL CHILENO, 1900-1920 

   Revista de Historia y Geografía, N°18, 2004.

El artículo aborda el ausentismo laboral denominado “San Lunes” en un contexto de discusión de una naciente legislación social. Para ello se analizan los discursos críticos provenientes de la elite y la postura que tuvo el naciente movimiento obrero. Se plantea como idea central que hubo cierta coincidencia entre el empresariado y los líderes obreros en torno al mejoramiento de las condiciones laborales a cambio de un mandato contractual que prohibiera prácticas tradicionales como el “San Lunes”.

Introducción

Qué duda cabe, el “San Lunes” se instaló en el ideario laboral de nuestro país como la práctica por la cual los trabajadores faltan el primer día de trabajo. Las razones no importan mucho, lo concreto es que no se ha asistido al día considerado más importante de la semana laboral.
A fines del siglo XIX y comienzos del XX, el “San Lunes” parecía ser una práctica recurrente de los trabajadores chilenos, especialmente en aquellas actividades industriales sujetas a menos controles, que se regían por jornales, labores a trato, o en donde, simplemente, se trabajaba en función de las necesidades de los propios trabajadores. Para los sectores patronales y políticos, “El San Lunes” era la manifestación económico-laboral del vicio y del pecado, la expresión de que el alcoholismo, el juego y la prostitución habían calado hondo en la masa del pueblo. La historiografía ha interpretado estas prácticas –sumado a la movilidad espacial, por ejemplo– como un rechazo a la sujeción laboral, la expresión de cierta libertad frente al control empresarial, o bajo una óptica complementaria, como la lucha de los sectores populares en contra del despojo de la inicial acumulación capitalista.
    La ausencia laboral se transformó en una preocupación creciente para las autoridades, especialmente cuando los discursos oficiales reforzaban una imagen de la población no sujeta al control normativo, y en un contexto donde se debatía la falta de mano de obra en algunas industrias o momentos del año. A medida que se comenzó a discutir la naciente legislación social, como forma de poner freno a la explotación de los trabajadores y garantizar con ello un mejoramiento en las condiciones laborales, esta caracterización de la mano de obra chilena –cierta o no– justificó a aquellos sectores que vieron en la aprobación del descanso dominical y la reducción de la jornada de trabajo incentivos para los que no trabajaban o por lo menos respuestas que no tomaban en cuenta aquel diagnóstico de la realidad social.