M DE MALDITO
En 1931 el director alemán Fritz Lang
dirigió la película M, el vampiro de Dusseldorf, o también conocida como
M de Maldito, historia que trata sobre un abusador y asesino en serie de
niñas. Son muchos los aspectos artísticos y cinematográficos que transforman
esta obra en una creación maestra. Sin embargo, lo más interesante es su trama
conexa.
Este vampiro –o maldito– a diferencia del vampiro clásico, es un sujeto sin poderes sobrenaturales y que aparece en circunstancias cotidianas como un ser normalizado en medio del devenir urbano. La clave del filme es el entramado social que rodea los asesinatos y que dan cuenta del contexto de fines de la República de Weimar (1919-1933). Es conocido el análisis que ofrece Alfred Kracauer sobre esta película, la cual junto con otras prefiguraría –según él– el ascenso del nazismo, con el sometimiento a los poderes irracionales que movilizan el alma humana; los miedos que tienen las personas al enfrentarse a lo desconocido; la aceptación del control gubernamental a cambio de mayores grados de seguridad; o la facilidad que tienen las personas en dirigir hacia alguien o un grupo la causa de todos los males.
Imagen del film de Fritz Lang
La urbe aparece como un espacio de
angustia cuando las madres empiezan a sufrir por la pérdida de las niñas; en un
lugar de desconfianza cuando cualquier persona, por sus conductas o actitudes,
se transforma en un potencial asesino; en un ámbito de control y vigilancia
cuando todas las actividades propias de los ciudadanos son observadas
meticulosamente por la policía.
Frente a los desafíos y necesidad de
atrapar al asesino en serie, son los mismos criminales quienes, por el temor a
no poder seguir cometiendo sus propios delitos, debido a la seguridad
desplegada en la ciudad, deciden darse a la tarea de perseguir y juzgar al
asesino.
Estos últimos días el caso de la
desaparición de Ámbar y el posterior hallazgo de su cadáver nos ha enfrentado a
nuestro propio vampiro. Hemos descubierto –una vez más– que el sistema judicial
es permeable, ya sea por la habilidad de los delincuentes que conocen los
vacíos del antiguo y obsoleto Código Penal, o la negligencia de algunos jueces
que asumen solo los aspectos garantistas del actual Código de Procesamiento
Penal, sistema que permitió poner en libertad a un asesino que no debió haber
salido de la cárcel.
¿Por qué en la película de Fritz Lang
los propios delincuentes decidieron perseguir y juzgar al asesino en serie?
Porque al conocer los vacíos del sistema judicial temían que el asesino serial
se hiciera “pasar por un loco” y evitara de esta forma el peso de la ley.
¿Qué nos muestra la película M, el
vampiro de Dusseldorf y el cruce con el caso de la muerte de la adolescente
Ámbar? Que el vampiro y los asesinatos en serie pueden, como en la Alemania de
los años 1920, prefigurar los peores males de una sociedad que cae en el abismo
de la corrupción, las pasiones y la violencia, donde son los mismos criminales,
hastiados por toda la decadencia, quienes deciden hacer justicia por sus propias
manos. ¿Cuánto tiempo tendremos que esperar a que sean los delincuentes que
terminen persiguiendo a los criminales?
No hay comentarios:
Publicar un comentario